Estados Unidos atraviesa una coyuntura tanto a nivel político, económico, como militar, la guerra en Medio Oriente se extendió mucho más de lo que los líderes yanquis pretendían y las bajas en los enfrentamientos alcanzaron cifras poco agradables. La economía se encuentra en una etapa de recesión tal como en gran parte del mundo: el gasto de los consumidores, que en Estados Unidos representa más de dos tercios del producto bruto interno (PBI) cayó en agosto y septiembre un 3,1 por ciento, convirtiéndose en la peor caída en 28 años, tal como informó hoy el Departamento de Comercio.
En el plano político, la imagen de George W. Bush perdió claridad en el último tiempo, por lo que los ciudadanos estadounidenses consideran ésta elección más que importante, hecho no menos avalado del lado de los candidatos, tal como lo demuestran ambas campañas, más allá que la del postulante demócrata cuadriplicó en inversión la de su rival.
El senador de Illinois Barack Obama, quien tiene 47 años y en caso de proclamarse se convertirá en el primer presidente afro-americano de los Estados Unidos, es para muchos la personificación del relevo generacional que la política norteamericana necesita, se presenta carismático y ganó el apoyo de líderes políticos mundiales, como Sarkozy y Merkel, aunque por otro lado se lo acusa de inexperiencia política.
En la vereda de enfrente se encuentra el republicano John McCain, de 72 años, quien es senador de Arizona y posee una historia política y militar que convence en liderazgo a la mayoría de los entendidos. Combatió en Vietnam, fue prisionero de guerra desde 1967 a 1973, fue elegido senador tres veces y en caso de ganar será el presidente más grande en la historia del país. En contra tiene la imagen que deja el republicano George Bush, ya que McCain comparte ideas políticas con el actual mandatario, y un dato más: por historia estadística, es el turno de un presidente demócrata.